La primera imagen que se nos muestra ante los ojos es un túnel frío y oscuro, como una boca negra de la que se desbordan, como en un gran desfile..., cientos... y miles de rostros y cuerpos y vestidos de diferentes siglos y épocas, hombres y mujeres... que van cambiando sin cesar... Es el desfile de las reencarnaciones..., dicen las pancartas... Y de su boca misteriosa -del túnel- resuena el mantra semilla OM... oooooommmmmm...
... que es la pulsación de la vida y de la muerte, que no son más que las transformaciones o cambios de nuestros vestidos temporales... y de nuestro entorno... Así también, el increíble OM se transfoma en una diversidad de notas musicales que transmigran una tras otras..., hasta quedarse subyugadas, en este momento, por las tormentas alucinantes del veneciano Antonio Vivaldi...
Mi mirada queda atrapada entre dos rostros jóvenes que se muestran en primer plano, saliendo del desfile y besándose amorosamente... en una tierna despedida... Sus cuerpos se separan, los dedos de sus manos apenas ya se tocan y sus miradas se alejan sonrientes... Ella, se dirige a paso relajado por la calle Mercaderes de la ciudad blanca de Arequipa, Perú...; y él ha doblado a la derecha, hacia la Plaza España..., sosteniendo bajo el brazo su maletín de abogado.
Ella camina despreocupada, sonriente, con su cabello negro suelto, resoplado por el viento de esa casi fría mañana de verano... Calza zapatillas blancas, jean con huecos, chompa de alpaca y bolso de paño... A ratos, ella se pierde entre los colectivos que se van juntando por las calles..., portando banderas blancas y protestando contra la guerra que gringolandia ha desatado en todo el planeta...
Cuando ella llega a la plaza de armas, se dirige a las gradas de la catedral, saludando a uno que otro joven que está allí sentado, como queriendo matar el tiempo... Ella se sienta en una grada y extiende un manto dorado a su lado, sobre el cual coloca una cajita negra y primorosa... Mientras la plaza de armas se va llenando de gente que toca frenéticamente sus tambores de lucha, sus pututos y demás instrumentos musicales...; y también de colectivos de danzas folclóricas y de los hare hare... que con su famoso maha mantra colorean el ambiente...; ¿dónde no están los hare hare?... Se vislumbra una fuerte manifestación en contra de la mafia corrupta del mundo entero...
No bien ella ha colocado la cajita sobre el manto..., cuando una mujer alta y delgada, quizá de cincuenta años, con un pañuelo que le cubre la cabeza..., se sienta, urgida, al otro lado del manto y le señala con el índice derecho la negra cajita, preguntándole:
- ¿Cuánto?
- No está en venta -le contesta la joven.
- Me refiero a la lectura -le aclara la mujer de edad.
- La primera vez cuesta cuarenta soles, por las siguientes... acepto donaciones voluntarias.
- Treinta -le contesta la mujer de más edad. La joven ríe...
- Treinta y cinco...
- Bueno, bueno...
Y de entrada, al primer golpe de suerte, la joven le dice que tiene un marido y cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres... y que todos son felices...; pero... ¡cuidado!, porque..., lamentablemente, la bella vida que lleva..., estable y llena de satisfacciones, no es eterna y está a punto de colapsar en un indeseable final... Así es la vida, continúa la joven, la vida es dual..., no hay felicidad duradera ni eterna, al menos, no en este plano...
Se escuchan las campanadas de la catedral marcando las diez de la mañana, la plaza de armas está muy congestionada. Es muy grande el movimiento de grupos o gremios o colectivos muy bien organizados, que siguen llegando y animando a la gente a participar de la protesta:
"¡Para la guerra, gringolandia!"
La señora de edad siente que la joven le ha cantado sus verdades más amargas... "Pero, no es posible que sea tan buena lectora de las cartas", se dice para sus adentros; sin embargo, ella también intuye el peligro inminente; pero, ¿no será porque así, ella misma ya lo está decretando?... Claro que ella no quiere decretar nada negativo, sin embargo, no puede evitarlo..., porque simplemente "eso" no sale de ella...
Después de la tempestad..., la calma...; y luego, otra tempestad... y otra calma... Le dice la joven como cantándose a sí misma... Así es la vida, un sin fin de estaciones alegres y dolorosas..., a veces largas, a veces cortas...
La clienta, satisfecha, le paga a la joven los treinticinco soles y le da cinco soles más de propina. Le dice que vendrá mañana nuevamente, a la misma hora..., que le ha gustado la verdad de todo lo que le ha dicho, que su nombre es Killa y que también la recomendará a otros.
La joven sonríe..., soy Katya, le dice, ocultando siempre, muy a su pesar, el detalle del trágico final que le espera, porque..., ¿para qué hacerle ingratos los últimos días que le quedan de vida?
Sin embargo, en ese mismo instante, la joven también percibe que el futuro de aquella dama podría cambiarse si se está a tiempo... Solo hay que saber actuar con sabiduría... Mas, hay que ver si realmente se está a tiempo de evitar el fatal desenlace...
Como en el caso de Ucrania, por ejemplo..., ella, aún puede evitar su trágico colapso, su extinción total, si es que optara por la paz... Mas, la muy pobre está tan dispuesta al suicidio, que no puede darse cuenta que solo es carne de cañón de una guerra proxi de los anglosionistas contra Rusia... ¿Qué le pasó?... ¿Quién le puso esa absurda venda en los ojos?...
"¡Despierta Ucrania! ¡Despierta UE!", gritan los colectivos de todas las edades...
Ojalá Killa vuelva mañana, ojalá en su caso se pueda forzar al destino implacable, se dice a sí misma; mientras un joven con el rostro tatuado como guerrero se acerca y le dice que cierre el negocio, que ya la esperan en primera fila, y que vaya revisando este link que les acaba de llegar...
-Voy -le dice Katya, guardando su parafernalia en el bolso y sacando de él su banderita blanca como si fuera una maga...
Pero, ¿estará Ucrania, despertando de verdad?..., se pregunta incrédula..., mientras va echando un vistazo a este vídeo recibido...
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