Mi sobrino me dice que no está de acuerdo con mi profesora de este taller de escritura, al que estoy asistiendo por Zoom. Dice que mi post "Un terrible monstruo", sí está acabado. No especificar la edad de mi vecina ni vestirla un poquito más, le permitió a él acabar de dibujar el personaje a su manera... Que esa interacción es buena, le activa la creatividad al lector...; autor y lector crean...
Ante esta disyuntiva, no me queda más que dejarme guiar por mi intuición..., esa es la voz interior... que nos llama de adentro..., del centro de nuestro corazón... Nos llama tal como el sonido de un pututo donde se escuchan las olas del mar... En India le dicen al pututo peruano: la caracola de Lakshmi, la diosa de la fortuna personificada, según Los Vedas.
Si uno pone atención al sonido de esta caracola o pututo, escuchará el inconfundible sonido de las olas del mar... el poderoso OM, que es el sonido primigenio de la creación del universo, que se inicia en ese punto de comienzo y se desborda como un río, el río de la vida... que va directo al mar... y un nuevo comienzo...
Al terrible monstruo no vamos a vencerlo ni con tanques ni aviones, ni drones y municiones supersónicas..., sigue diciéndome mi sobrino. Además, el pueblo ni siquiera está armado. ¿No ves lo que han hecho en Perú, la mafia estadounidense con su lamebotas, la mafia peruana? Esas mafias tienen preso a nuestro presidente de la república, profesor Pedro Castillo Terrones. ¿Y qué más han hecho? Han callado a nuestro pueblo con sus balas... Y, ¿qué hemos hecho nosotros? Hemos tenido que aplicar la retirada... En realidad, no sabemos qué hacer, el pleito entre abogados de parte y parte no es suficiente. Ojalá pudiéramos hacer lo que el pueblo europeo ya ha empezado a hacer..., las grandes manifestaciones y protestas de gremios que se van juntando a medida que van despertando.
Entonces intervengo con mi archiconocido repertorio...
Sííí, eso es bueno, le digo, poco a poco esas manifestaciones crecerán cada vez más, pero las guerras no terminarán, y somos nosotros los que siempre tendremos más que perder. Pues hasta esa maligna élite tiene sus famosos bunkers muy bien equipados para no volar por los aires a la primera bomba nuclear que se les ocurra lanzar...
Por eso, a esas manifestaciones y plantones nuestros debemos agregar nuestras banderitas blancas flameando, y más y más danzas y cantos de mantras y oraciones..., dirigidas a nuestra Divinidad Suprema personal... Esas son nuestras armas divinas y nuestra fuerza.
Al pronunciar mantras y oraciones y el sonido primigenio de la creación del universo que se escuchan en las caracolas o pututos, Oooooommmm..., se limpiará la atmósfera de las energías maléficas y nos divinizará y divinizaremos al mundo, incluso a ese terrible monstruo...; y así, rescataremos nuestro planeta... Eso está predicho por Los Vedas para este tiempo. No, no estoy bromeando, más bien, es tema perfecto para una buena película de acción basada en hechos reales.
No hay otra manera, no hay otra manera, no hay otra manera..., dicen los rishis o sabios védicos. Dicen, además, que de todos los mantras védicos sobresale el maha mantra Hare Krishna, que es la invocación a la Pareja Divina a través de sus santos nombres divinos: Radha y Krishna (Hare es Radha), quienes son las personificaciones de los principios femenino y masculino del andrógino: Amor Divino..., la energía primigenia. Y también dicen que solo danzando y cantanto ese maha mantra y tocando ese pututo divino de la diosa Lakshmi, y otras oraciones e instrumentos musicales..., iremos, incluso, directo a nuestro destino final, la morada suprema del Amor Divino.
Y le canto -al oído- ese maha mantra que escuché de mi querida Jadurani/Syamarani dasi:
Hare krishna hare krishna krishna krishna hare hare
hare rama hare rama, rama rama, hare hare.
(Hare es Radha)
¿Será cierto que solo danzando y cantando este mantra venceremos a ese terrible monstruo?, me pregunta mi sobrino, como si estuviera bromeando...
Probemos, le respondo.
No hay otra manera.
No hay otra manera.
No hay otra manera.
Tal vez, claro, otros conozcan otra u otras maneras; entonces, me gustaría saberlas.
¡Que comparta pues, la fina audiencia!
Mientras tanto, ¡toquemos nuestros pututos!
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