martes, 30 de agosto de 2022

GENERACIÓN X, Y, Z

"Éramos ocho hermanos, ella era una santa, eran ocho besos de cada mañana..." Así cantaba Libertad Lamarque, una cantante mexicana muy famosa en su época, ¡qué la van a conocer los millennials o generación Y!, y menos los de la generación internet o generación Z que también son nativos digitales.



A propósito, dentro de los millennials, en nuestro clan Abarca Pereda, tenemos a estos bellos muchachos que parecen semidioses (aunque digan que estoy exagerando, pero así los ven los ojos del amor): Ela, Elliot, Inessa, Fer, Adrian, Alicia, André y Milton.
Y nuestra generación Z son las bellísimas gemelas Micaela y Macarena, y los bellos querubines Andy, Alex y Aqui.
Mis queridos amigos/as, les contaba que... éramos ocho jaliscos...
"Jalisco nunca pierde" es ese patológico afán de querer imponer nuestra magnífica visión del mundo irrespetando la ajena.
Este era el negro lunar que tenía mi madre en su blanca felicidad de vernos a todos realizados... ¿De dónde surgió tanta diversidad? ¿Cómo fue que fuimos moldeándonos como el agua y el aceite en sus diversas proporciones?... cada uno encontrando sus propias identificaciones y caminos… sin darnos cuenta que eso era lo que nos estaba separando. Imagínense, si esto sucede a escala de familia, cómo es a escala mayor.
Y cuando nos dimos cuenta, ya estábamos separados, y no sólo físicamente, cada uno corriendo tras sus propios ideales; sino que dejamos que nos invadiera el silencio… Y ciegos, sin escuchar la cálida voz de nuestra querida madre que nos pedía "¡unión en la diversidad!", "las relaciones familiares son vitales"... nosotros... torpes, continuábamos tontos, sin darnos cuenta que el tiempo se nos estaba escapando de las manos... que yo me estaba privando de lo mejor de la vida, bailar con mis millennials y mi generación Z. Entonces, empecé a "bajar el moño" y a acortar distancias... En esa tarea estoy... y gracias a las nuevas generaciones, el camino no está difícil porque ellos nos comprenden con un beso.
Y yo les sigo cantando esas palabras mágicas, que pueden borrar el horror que causa este ego jalisquiano al irrumpir en nuestras vidas, con el único fin de impedir que el alma, a la que envuelve en sus diabólicos dominios, se libere y corra como un río loco de amor a juntarse con sus bienamados, en los cuales se mira como en un espejo.
Perdón, gracias, te amo.








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