Lo que ustedes no han visto todavía, es... qué es lo que sucede allí, en esta ágora a la que asisto todos los días y durante casi todo el día, sin importarme si llega la noche u otro nuevo día. Pero se los contaré... con la esperanza de que pasen la voz de su existencia, tal vez todos se animen a ingresar. Es tanto lo que allí se aprende, se discute, se escucha, se ve..., se vive..., que el tiempo pasa sin sentirlo, con toda seguridad yo podría decir que allí el presente se hace eterno...
Para empezar, el espacio donde nuestros sabios se reunen para discutir las leyes y el futuro de la sociedad, tal como se hacía en la antigua Grecia o en los bosques de Naimisharanya del norte de India, es un espacio abierto junto a un gran santuario donde se adora a la Divinidad Suprema del corazón, en sus infinitas manifestaciones. En este sentido, no ha cambiado la función de nuestro presente ágora; lo que sí es muy notorio que ha cambiado, es que ahora esas leyes las discuten hombres y mujeres, ya no sólo los hombres como hacían antaño; y que también a nuestro ágora asisten madres y padres con sus niños, adolescentes, jóvenes... y personas de todas las edades, sin distinción de razas, sexos, religión ni partidos políticos..., lo único que allí se ve es que todos somos místicos y políticos.Luego, ya todos sabemos que esa negligencia y demencia del varón, de creerse superior a toda especie de vida y el centro del universo, nos han traído a estos serios problemas, que son los temas que actualmente se están discutiendo, y que yo... humildemente tomo nota, como una escriba.
En su mayoría las leyes que hicieron esos hombres de antaño no fueron justas, por eso es que la historia del mundo está llena de revoluciones. Se liberaron los esclavos, los indios, los obreros, los negros, las mujeres..., pero, ¿qué clase de hombres nos gobernaron que nos trajeron a este grave desastre de crisis, confusión y caos?
Hay emergencia de un cambio climático, quizá esto sea lo más grave en este momento; mas, se ve que afuera a nadie le importa; los actuales políticos hacen pactos, como si fueran demonios, con las transnacionales que tienen secuestrado al mundo y siguen planeando cómo extraer más la sangre de nuestra tierra, cómo abrir más las venas de nuestra querida madre tierra..., nuestro hogar, nuestro nido. Por eso tenemos carteles de muchas exigencias: ¡Salvemos el Amazonas! ¡Protejamos los bosques! ¡Limpiemos los mares! ¡No más plásticos! ¡El agua no se privatiza! ¡No más extracciones indiscriminadas de recursos! ¡No más tóxicos de fábricas! ¡No más armas nucleares! ¡Salvemos el planeta! ¡Salvemos nuestro hogar!... pero los malvados, están planeando como "conquistar" otros planetas para hacer nuevos hogares; y mucha gente, crédula, asiente ilusionada ante este hecho que cree portentoso..., ¿no es para reir?... Por mi parte, primero me viene el asombro, luego la pena, la ira, que se transforman en impotencia y luego en sonrisa ante este descabellado juego del destino.
Pero aquí, en nuestro ágora de los místicos políticos seguimos tomando consciencia de cómo hacer frente a este desafío, de cambiar urgentemente toda una moral que está podrida hasta los huesos, lamentablemente... Limpiémonos de esa malsana codicia del dinero, del poder y de la lujuria...; sólo tenemos que ser simples y limpios en nuestro vivir, no hay mayor dicha y armonía que en ello..., ¿acaso es tan difícil?... pero eso sí, con pensamiento elevado.
Luego, en esta ágora de los místicos políticos, se canta y se baila mucho con mucha alegría y regocijo... Se cantan mantras, oraciones, invocaciones... La música de los variados instrumentos y las voces se entremezclan en su camino al cielo, adorando a la deidad suprema de nuestro corazón... Se hacen rituales de amor y paz con madre tierra, rituales de siembras y cosechas, de nacimientos, matrimonios y despedidas...; entonces nos acompañan la lluvia, los pájaros, las frutas, las palomitas de maíz, los choclos con queso, la chicha, los emolientes... Es una glorificación permanente..., continua..., es sólo el amor reinando supremo.
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