Por Leví Elam
No puede haber libertad sino hay justicia y democracia. El nuevo orden no sólo es injusto, también es inmoral y está orientado a servir a los intereses de los más poderosos.
Habría que preguntarse si una sociedad puede llamarse verdaderamente libre, cuando el derecho a la información y la propia comunicación social están en manos de negocios privados con fines de lucro.
Una poderosa corporación puede hacerle creer al público casi cualquier cosa y mucho más sin son corporaciones dedicadas precisamente al negocio de la información de los ciudadanos. Estas corporaciones se han atribuido un rol político, ellos mismos se definen como el contra poder del poder político. En este caso habría que preguntarse también, que legitimidad en democracia puede poseer un actor político, cuya única virtud ha sido tener dinero para comprar esas grandes corporaciones.
Lo sorprendente de estas corporaciones es que si el poder mediático cuestiona al poder político, es democracia y libertad de expresión; pero si el poder político cuestiona al poder mediático, es atentado a la democracia y atentado a la libertad de expresión.
Corrupción es que el poder mediático cuestione al poder político, creyendo estar por encima de todos los poderes y no haya quien cuestione a sus periodistas por mal informar, calumniar, difamar sin pruebas y por embrutecer a toda una nación con sus programas basuras, que lo único que hacen es exponer lo más bajo y miserable de una persona.
Lo corrupto de este poder, es que se crea incuestionable y se atribuya el derecho no de informar, sino de desinformar, calumniar y difamar sin pruebas, manchando la honra de personas honestas.
Hablan de criticar al poder, pero generalmente ellos son un poder mayor que el estado, que a diferencia de otros poderes corruptos, gozan de mayores niveles de impunidad, porque han tenido la habilidad de mezclar sus negocios con la libertad de expresión, y de acuerdo a ello, criticar a un medio de comunicación que se sabe que es corrupto, es criticar la libertad de expresión.
Desgraciadamente hay muchos ciudadanos que han creído en ese discurso, que además es un poder eficaz y del cual un escrito dice: "No hay ejército que pueda invadir al mundo como lo hace la desinformación de la prensa".
El poder mediático es inmenso, sin legitimidad democrática, sometido al capital y con poderosos mecanismos de autodefensa porque como lo he dicho anteriormente, ha tenido la habilidad de que cualquier crítica a su terrorismo informativo, sea visto como atentado a la libertad de expresión.
Esto no fortalece la democracia ni al estado de derecho, como pretenden decirlo y sostenerlo, al contrario, atenta contra estos, sobre todo cuando una acusación o defensa es hecha desde sus titulares y no desde los tribunales. Hasta esto se han atribuido a pasar aún por encima del poder judicial, denunciando a personas honradas y defendiendo a personas corruptas, todo esto desde sus titulares.
Grupo el Comercio, silencia y manipula la verdadera información, deforman los hechos, abren sus páginas y encienden sus cámaras a las mentiras y calumnias, lanzadas para dañar a sus adversarios que no estén de acuerdo a sus intereses y a los intereses de aquellos a quienes sus periodistas se arrodillan. Estos periodistas mienten, manipulan la información, desinformando a la población, violando a diario las más elementales normas de la ética y objetividad periodística.
Estos medios defienden no la libertad de expresión, sino la libertad de extorsión, están defendiendo su propia opinión, pues ellos mandan, ellos juzgan, ellos legislan, ellos gobiernan frente al estado de derecho y se creen dueños de la opinión pública, cuando los únicos dueños de la opinión pública somos nosotros los ciudadanos y nuestros representantes a quienes elijamos legítimamente en las urnas.
La mejor forma de que un periodista honrado, pueda defender a un pueblo de las mentiras de este poder fáctico, es renunciando y denunciando a ese medio, por tergiversar la verdad. Eso es lo que todo periodista honrado debería de hacer, cuando el Grupo el Comercio lo quiere usar para defender ese sistema injusto e inmoral, renunciar e irse, porque para ejercer el periodismo hay que tener por encima de todo, ética profesional.
Lamentablemente muchos periodistas no la tienen y se han prostituido ellos y han prostituido la información.
El poder mediático es el uso de los medios de comunicación, sea radio, prensa o televisión y no puede emplear ese poder, para pasar por encima de los poderes públicos, ni tampoco atribuirse el derecho a decidir quien puede ser o no autoridad, ya sea local o nacional, como querer imponer al pueblo a un candidato como presidente de la República.
Esta inclinación se conoce como sesgo mediático, lo cual busca manipular la verdad para conseguir noticias que respondan a sus propias creencias y convicciones. Se trata de una forma desequilibrada y deshonrada de llevar a cabo la labor periodística, que ocurren cuando existen intereses económicos, políticos o sociales de fondo. Este es un fenómeno que lleva años intoxicando al verdadero periodismo.
NO pretendo ser intolerante con la prensa, soy y debemos de ser todos, intolerantes con la mentira, la corrupción, la ausencia de democracia y con el hecho de que nos nieguen el derecho a la verdadera información. La tolerancia a este poder corrupto, es la que los mantiene en desarrollo en todo el mundo entero, sobre todo en Perú y en nuestro hermano país de Colombia países donde la prensa miente, difama y manipula, amparándose en la libertad de expresión y se defiende hasta la mentira en nombre de la libertad de expresión, cuando hasta el evangelio en sus escritos nos dice : "Sólo la verdad nos hará libres".
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