Política y mística son códigos inherentes al ser humano. El código político nos indica cómo vivir en paz y armonía con nuestros semejantes y nuestro entorno…, y el código místico nos indica cómo vivir en paz y armonía con nosotros mismos. “Nos indica” significa que hay pasos, reglas, deberes que seguir para vivir en esa paz y armonía que tanto ansiamos.
Esta es la realidad de la vida: que todas nuestras acciones deben conducirse a través de un código…, de reglas, regulaciones, deberes, obligaciones… tanto para con uno mismo como para con los demás. Hasta en nuestra casa tenemos reglas, en nuestro trabajo, en las instituciones…, hasta en los juegos más sencillos de los niños hay reglas… Todas las células de la sociedad exponen sus reglas o reglamentos para conducir nuestra vida con respeto y afecto, sin hacer daño a nadie. Eso es educación, disciplina, hábitos saludables, empatía… Es cierto que uno “puede hacer todo lo que quiera" (en nombre de una mal llamada libertad), pero…, “NO debe”…, esa es la primera premisa que debemos comprender para alcanzar esa ansiada paz y armonía que son cuna del amor y la felicidad. Sin estos códigos, sería como conducir un auto sin reglas de tránsito, entonces tendríamos un sistema vial completamente caótico y destructivo.
Lamentablemente, estos códigos, o decálogos, o yamas y niyamas como los llaman en algunas escuelas filosóficas de India…, han sido relegados al ámbito religioso; y, por lo tanto, han sido menospreciados o rechazados por las sociedades, cuando estas instituciones religiosas han caído en la corrupción y el desprestigio; ocasionando desorientación, caos, un verdadero laberinto… al exterior e interior de nuestro ser…
Es muy decepcionante que las organizaciones internacionales creadas para salvaguardar la paz y seguridad en el mundo, sean las primeras protagonistas del juego sucio y de la hipocresía en su comportamiento; porque cínicamente pisotean sus reglas y se corrompen. Por eso han fallado tales diplomacias y por eso, ahora, nos encontramos al borde de una guerra que escala cada vez más. Esa es una de las razones para mirar, especialmente a los países occidentales, con mucha desconfianza…, y qué mejor que las declaraciones de Ángela Merkel, ex canciller de Alemania, para corroborar esta posición.
El pasado siete de diciembre del 2022, Merkel dijo que los acuerdos de Minsk para la paz en la zona de Euroasia en conflicto, habían sido solo una pantalla para ganar tiempo y armar a Ucrania hasta los dientes... O sea que... tarde o temprano “le iban a poner la mano encima a Rusia”, sí o sí...; pero Rusia se les adelantó…, tal vez porque olió el juego sucio, tramposo y embustero de sus vecinos; y, sin embargo, fue acusado de invasor… Mas, ahora que se han puesto sobre la mesa tales movidas políticas, con la declaración de Ángela Merkel, yo diría más bien, que la intervención de Rusia está altamente justificada.
Queda por saber por qué la ex canciller alemana hizo esta declaración que demerita su legado ejemplar, atesorado incluso en un museo… E incluso yo, que desconfío de todos los líderes de occidente (mientras sean subordinados al tío Sam), llegué a ponerme de su lado. Hasta ahora, nadie se explica qué llevó a Merkel a sabotear su propio gran legado, ¿fue una declaración involuntaria…, más allá de su control (por deterioro cognitivo)? ¡Quién sabe! En todo caso, para mí, no hay duda que fue su propia sombra quien descargó en esa declaración, su culpabilidad de haberle jugado sucio a quien dijo considerar su amigo.
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