Nació en Acomayo una provincia cercana al Cusco, era el año 1750. Con un sentimiento patriota y reivindicativo se sumó decísivamente a la causa de la rebelión tupacamarista, fue afiliada a la causa por Micaela Bastidas. Descendiente de la nobleza incaica, ejerció el Cacicazgo de Acos, en el corregimiento de Quispicanchis. Tenía treinta años cuando organizó la “brigada de mujeres soldados” que defendió con éxito el puente de Pillpo.
Cuando inician la revolución, Tomasa Tito Condemayta fue una de sus líderes, demostrando coraje, estrategia y espíritu de lucha. El obispo Moscoso, alcanzó a reconocer en un escrito, que ella era la persona de más jerarquía, después de Micaela Bastidas en la Rebelión de 1780. Físicamente, se caracterizaba por sus rasgos indígenas y porte militar se distinguía por su voz de mando y su destreza en el caballo. Acompañó a Micaela hasta el día de su muerte, nunca se separaron. Cuando el gran Túpac decidió iniciar la revuelta, junto a él marcharon Micaela, Tomasa y otra célebre mujer, Cecilia Escalera Túpac Amaru. En una carta que Tomasa le envía a su amiga, Micaela, le dice:
“Continuaré hasta donde sea posible. Ni mis mujeres ni yo dejaremos tranco de huella sin cubrir. El invasor no pasará sino sobre nuestros cadáveres. Anima a Túpac Amaru y tú no desesperes”.
El final de la rebelión para ella fue cuando la tomaron prisionera y la sometieron a crueles torturas para que denunciara el plan que se gestaba contra los realistas. Todo fue en vano. Tomasa soportó con dignidad y enorme valor las torturas, sin dar muestras de dolor ni arrepentimiento por los actos de que le acusaban. Cuando a los españoles se les acabó la esperanza en hacerla hablar, fue condenada junto a Túpac Amaru y Micaela Bastidas, a una muerte cruenta. Primero le cortaron la lengua, para después colgarla y que todos la vieran y escarmentaran. Las partes desmembradas de su cuerpo fueron enviadas a Acos y otras comarcas. Era el 18 de mayo del 1781.
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